jueves, 18 de diciembre de 2014

AQUEL ACANTILADO, NUESTRO DESEO, TU Y YO



Hoy me he acordado de aquella tarde soleada de agosto. Al contrario de otras ocasiones, esta vez no he querido evitar evocar el momento, evocarte a ti……He cerrado los ojos a fin de intentar rescatar de mi memoria las sensaciones de aquel momento. No ha sido difícil porque están grabadas a fuego en mis sentidos.

¿Recuerdas aquel bonito promontorio coronado por una pequeña Ermita desde el que se divisaba la playa?. El mar estaba embravecido, las olas golpeaban sin piedad el acantilado. Tan cerca habíamos puesto nuestras toallas que a veces la espuma del mar jugaba con nosotras. No nos situamos allí por casualidad. Permanecíamos cerca del mar, relativamente lejos de miradas indiscretas pero lo suficientemente cerca para alimentar nuestro morbo por aquellas voces lejanas que visitaban la pequeña ermita. Recuerdo tu deseo. Recuerdo el mío. Recuerdo nuestro afán por alimentarlo. Mis piernas flexionadas y abiertas frente al mar. Esa falda que tanto juego nos daba. Tus manos expertas en mi sexo. Me estremecí solo a tu contacto. Tu sola presencia siempre me ha lanzado al deseo. Íbamos preparadas. Introdujiste las bolas chinas en mi vagina completamente mojada al tiempo que me procurabas placer con tus manos expertas. Me conocías tan bien. Me sentía llena de sensaciones, llena de placer. El mar, la brisa, la gente, las olas vigorosas, tus manos ansiosas, mis sentidos perturbados. Mi cuerpo dejó de serlo y estarlo, me convertí en espíritu. El orgasmo vapuleo mi cuerpo justo cuando aquella ola gigante golpeaba las rocas. Quise ahogar el gemido que evidenciaba mi ascenso al paraíso del placer. Comprobé tu sonrisa satisfecha al saber que todo mi ser te pertenecía. Conocí el éxtasis mistico, una transverberación y experimenté una triple comunión: tu deseo, el mío y la fuerza de la naturaleza.


Dicen que ahondar en recuerdos hace daño, que el pasado no existe,  pero ya sabes que a veces me dejo llevar por la nostalgia y me permito regodearme en ella.  Me resisto a olvidar los grandes momentos; por el momento es lo único que tengo.

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